lunes, 31 de mayo de 2010

Minos de Griffo

Bueno este es el primer texto que pongo. Es la historia de Minos de Griffo, juez del Inframundo del anime Saint Seiya (Caballeros del Zodiaco). En esta historia es una versión femenina, y es su despertar después de haber muerto a manos de un caballero dorado. Enjoy it!

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Traicionado en el pasado por hacer justicia. Mi cuerpo había sido prácticamente hervido por una trampa. Pero gracias a que fui buen gobernante se me otorgo el honor de ser un juez del Inframundo. Había estado en la Gloria de los jueces...pero perdí...contra mi propia técnica contra un caballero de oro de cuarta y afeminado. Mi caída había sido deplorable, mi honor y orgullo habían sido mancillados por esa derrota tan patética. Después de que perdí la vida, todo se volvió negro.


Me sentía flotar en el éter. En la nada, oscura y destemplada. Todo a mi alrededor era vacío y mas vacío. Me sentí estremecer violentamente, como si mi cuerpo se convulsionara. ¿Que demonios me ocurría? Comencé a temblar, sentí frío, y de pronto...mis ojos comenzaron a ver nuevamente. Algo que no era solo éter y vacío.


Era madera... Estaba oscuro y olía a tierra mojada. Sentí como me ahogaba ahí, me faltaba el aire...un momento... ¿Aire? Hacia mucho que no necesitaba eso. Mi cuerpo se estremeció de nuevo y el dolor se hizo presente. Levante las manos despacio y vi como estaban huesudas y llenas de gusanos. Me horrorice. Comenzaron a temblar y los animales rastreros se alejaron de ellas mientras contemplaba con asco y sorpresa como lentamente los músculos comenzaban a cubrir los huesos. Músculos, venas, cartílagos, todo volvía a estar como antes, pero dolía...y muchísimo. Quería gritar y llorar pero mi cuerpo no podía emitir sonido alguno. Contemple con repugnancia como la capa de piel terminaba de cubrir los músculos para protegerlos.


Sentí como me ahogaba. Todo se achicaba a mi alrededor. La fuerza volvía a mi cuerpo, estire las manos y toque el techo de la madera. Lo empuje. No cedió. Volví a empujarlo. Seguía sin ceder. Comencé a desesperarme, me asfixiaba, quería salir... Cerré los puños y empecé a golpearlo con toda la fuerza que poseía. La tapa empezó a romperse, no se veía luz así que tome la madera con las manos y tire de ella hasta partirla. Pero cuando creí que había escapado de donde quisiera que estuviese mucha tierra comenzó a caer sobre mi. Me cubrí los ojos con las manos para protegerme y trate de incorporarme, pero no tenia espacio.


Se me acababa el aire nuevamente. Patalee con fuerza y tire manotazos al aire. Conseguí aferrarme de la madera rota y tire con fuerza de mi cuerpo pesado para salir de ahí. Me apretaba contra la tierra y esta me arañaba al estar tan comprimida. Movía mis manos con fuerza, tratando de escapar a esa prisión asfixiante. Mi cabeza comenzaba a dar vueltas por la falta de aire, hasta que mi puño rompió con el muro de tierra que me detenía debajo de ella. Golpee con el otro puño y este se libero también. Los apoye sobre la superficie e hice fuerza para levantarme hasta que mi cabeza rompió la prisión.


Sentía el cuerpo pesado mientras salia al contacto con el aire. Pronto sentí como algo frío caía sobre mi constantemente. Estaba lloviendo. Torrencialmente. El viento soplaba con fuerza y me calaba hasta los huesos. Sentí como la ultima bocanada de aire despegaba mis pulmones nuevamente y un grito desgarrador salio de mi garganta haciendo eco en el lugar. Me cubrí con las manos para protegerme mientras tiritaba de pies a cabeza. El cabello y el flequillo me caían sobre el rostro y el cuerpo pegándose a mi.


Apoye las plantas de mis pies y me levante mirándome. Estaba totalmente desnuda y empapada por la lluvia. Me dolía el estomago de hambre, mi garganta se secaba por la sed que tenia. Levante la vista y observe donde me encontraba.


Era un cementerio. Me sorprendí al verlo. ¿Acaso estaba muerta? Las cruces de algunas tumbas estaban torcidas y había lapidas que estaban derrumbadas. Era de noche y las nubes oscuras cubrían la luna mientras lo único que iluminaba el lugar eran los relámpagos. Los truenos sonaban de manera estruendosa lastimando mis oídos. Mire de reojo y pude admirar el hoyo en la tierra y la precaria cruz que adornaba la tumba de la cual había salido yo. Me sentí pequeña y deprimida. Y de pronto hubo silencio hasta que un trueno corto el silencio seguido de un relampago que cayo en alguna parte cerca de donde yo me encontraba que hizo eco en el lugar también. Y luego silencio. Que dieron sonido a pisadas. Algo hacia ruido en la tierra mojada y se estaba acercando. No tenia tiempo para correr y tampoco fuerza. Observe todo mientras tiritaba y una figura apareció ante mi.


-¿Quien eres...?-


Un susurro ahogado salio de mi garganta casi a regañadientes mientras trataba de observar quien era. Entrecerré los ojos y un rayo ilumino la figura. Me quede sin habla. La belleza de aquel hombre era increíble. Su cabello era negro como la noche y sus ojos negros eran fríos. Llevaba puesta una armadura que resaltaba su porte. Jamas había visto tanta belleza y tanta frialdad en alguien. Sentí como mis brazos caían a mis costados y mis rodillas tocaban el suelo. No me importaba estar desnuda ni desprotegida ante el, solo podía admirarlo.


-Levantate Minos, Juez del Inframundo...te he revivido para que me sirvas una vez mas...-


Sentí como toda la fuerza volvía a mi cuerpo y un poder oculto se extendía y me cubría. Una tela suave cubrió mi desnudez mientras hincaba una rodilla en el suelo y le dirigía una sola palabra a aquel hombre.


-Hades-sama...-


Esta vez mi voz sonó firme y fuerte. Asentí ante lo que el dijo y me puse de pie. Cuando había dado un paso algo frío y pesado cubrió mi cuerpo. Pude ver como mis manos se cubrían con guanteletes metálicos. Mis pies se cubrían con botas de taco. Mis piernas, pechos, abdomen, brazos. Todo se cubrió con una armadura negra y podía sentir el poder vibrar en ella. Mi cabello se cubrió con el casco y logre esbozar una sonrisa diabólica antes de volver a poner mi inexpresividad normal. Camine hacia el Dios haciéndole una reverencia y me detuve a su lado aguardando a que el me dijera hacia donde debía seguirlo. El me hizo una seña de que lo aguardara. La tierra se quebro bajo mis pies y una grieta se abrio cerca de donde estabamos. Me sentia nerviosa y excitada. El volver a la vida hacia que la adrenalina sacudiera mi cuerpo con violencia. Mi Señor comenzo a caminar, internandose en la oscuridad de la grieta. Sonrei de manera demente. Era bueno volver a estar viva y llena de resentimiento. La hora de la venganza habia comenzado.

3 comentarios:

  1. Wow!!! que pasada, te ha quedado genial.

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  2. Yo creo que los va a terminar matando a todos xD.
    Tendría que haber seguido las enseñanzas de Gilgamesh, haz un testamento donde pongas que quieres ser enterrado a pocos centimetros de la superficie y con una pala en el ataúd.

    El texto me gustó, uno se siente en la piel del personaje, y me parece una trama muy oscura, como para otra película de Saint Seiya, ¿Por qué no?

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  3. Esta muy bueno, me ha gustado. Yo también tengo un blog de historias, es el rincón del cuervo, jejej tambien puedes leerlo.
    Me ha encantado la profundidad como describes todo. !Bien hecho!

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