Despues de muchos días de no actualizar, vaya uno a saber por que...al fin lo hago.
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Anglia Oriental, 867 D.C.
Hacia días que caía una tormenta de nieve increíble. Pero la aldea estaba tranquila. Los niños corrían, abrigados por pieles de animales, bajo los copos de nieve mientras jugaban entre ellos. Yo era pequeña, pero jugaba entre ellos camuflándome en la nieve, ya que mi pelaje era totalmente blanco, excepto por mis ojos. “Algo extraño” había dicho mi Madre ya que mi cabello era de color negro. Había nacido como cachorra.
Caía la noche. Estaba durmiendo entre los cobertores de mis padres, cuando algo molesto mi nariz. Olía a pólvora. A Humo... A Muerte...
Baje de la cama tratando de hacer el menor ruido posible. Me acerque a la puerta y lo único que vi, fue a mi aldea arder. El fuego avanzo rápidamente consumiendo todo a su paso. Fui a despertar a mis padres que salieron rápidamente, pero todo fue muy rápido. El fuego atrapo a la casa y las vigas del techo se desprendieron. Lo ultimo que logre ver fue a mis padres ser sepultados por la madera.
Abrí los ojos y mire alrededor. Solo quedaban cenizas de mi pueblo... Tenia una pata sangrando y no recordaba ni por que. Oí voces y sentí pasos acercarse. No podía levantarme. Me agazape en la nieve para camuflarme por mi pelaje blanco, pero no tuvo resultado. Dos pies se pararon frente a mi y una figura se agacho.
-Pobre cachorrito...estas herido...-
Levante la vista y lo vi. Cabello rubio y largo, algo de barba. Tenia una cicatriz en el ojo derecho bastante grande. Tenia un aire alrededor que era imposible de describir. Me quede mirándolo mientras sentí sus manos levantarme y envolverme en su ropa. Estaba cansada y me dolía la pata. Así que volví a cerrar los ojos.
Volví a abrirlos, estaba entre varias mantas cálidas y tenia la pata vendada. Estaba acostada al lado de ese hombre que brindaba con los compañeros por una victoria. Los observe a todos. Eran extraños y alegres. Todos con pinta de fieras. Me sentí a gusto en ese lugar.
Los veia pelear diariamente. Entre ellos para entrenar. Sus movimientos eran bruscos pero certeros. No quedaba enemigo en pie bajo sus implacables manos. Ragnar me llevaba con el en aquellas batallas. Como un simbolo de tributo a Fenris, me metia en una tela colgando de su espalda. Ningun arma llegaba a tocarlo jamas. Me sorprendi a mi misma deseando ser como ellos.
Todos los dias, las mujeres se turnaban para darme de comer, me cuidaban bien. Me daban agua y me sentaban en sus piernas para ver a todos aquellos gigantes entrenar. Bebian por las noches y comian como si jamas, me descubri en la misma situacion. Cada vez comia mas pero estaba todo el dia echada mirando como los demas se movian.
Una mañana Ragnar practicaba con sus compañeros. Y yo me aburria, asi que me puse de pie y me acerque a ellos. Cuando menos se lo esperaron salte hacia la mano del compañero de Ragnar. Ambos se quedaron sorprendidos ante mi reaccion. Mi incline hacia adelante esperando a que se movieran. La ansiedad me recorria. Queria jugar. Yo tambien queria ser parte de todo aquello. Pude ver sus sonrisas y como el otro compañero, que luego me entere que su nombre era Uther, le decia algo a Ragnar. El asentia y Uther le vendaba los ojos llamandome. Me acerque a el sentandome en los cuartos traseros y torcia la cabeza al mirarlo. No entendia que hacia.
-Quiero que ataques a Ragnar. El tendra que darse cuenta de donde estas para esquivarte...-
Me dijo. Abri los ojos al notar que comprendia lo que me decia. Ladre una sola vez. Habia comprendido aquello. Me lance a la carrera para esconderme entre los arboles y frote mi lomo contra uno de ellos. Asi mi aroma quedaria mezclado y seria mas dificil. Tenia que cumplir bien aquella tarea para que estuviesen orgullosos de mi.
Apenas asome la cabeza por el costado de un arbol y alli estaba el, esperandome. Listo para esquivar mis ataques. Avance unos pasos en la fria nieve. Con cuidado y de manera sigilosa me acercaba a el. No parecia percatarse de mi presencia asi que me anime mas y corri. Giro su rostro hacia donde yo estaba, y en ese momento salte para embestirlo. Claro estaba que con mi fuerza no podria lograr nada ya que con la altura que tenia apenas pasaba su rodilla. Me asombre cuando mi cabeza impacto contra tu duro abdomen. Cai al piso sentada algo mareada por el porrazo. No sabia que los humanos eran tan duros. Deje escapar un gemidito y el se quito la venda para mirarme. Tambien parecia sorprendido. Se agacho y me tomo en sus brazos.
-No he podido sentirla...ni olerla... Fue como el dia que la encontre.. Note que estaba en la nieve por que estaba temblando y tenia la mancha roja en su pata... Pero este cachorro no tiene aroma...-
Dijo Ragnar de manera seria. Con un dejo de sorpresa y algo de desaprobacion. No sabia por que. Eso era extraño, mis padres jamas me habian dicho que no olia. Meti mi hocico bajo su menton, parecia frustrado y no me gustaba ver esa expresion en su rostro. Me acaricio detras de las orejas y ambos fueron a comer. Me sentia triste. Lo habia arruinado todo. Me eche junto a un arbol en la nieve, con las orejas sobre la cabeza. Al rato lo vi salir y acercarse a mi trayendome algo de carne.
-¿Que pasa Galen...?-
Me pregunto frunciendo el ceño. Lo mire extrañada. ¿Como sabia el que ese era mi nombre? Sin saberlo me habia bautizado igual que mi madre. Apoye el hocico en su mano y lo mire avergonzada por haberlo golpeado, pero el solo se rio de aquello.
Asi pasaban los dias, cada vez yo crecia mas y entrenaba corriendo y ayudandolos a mejorar sus reflejos. Les costaba mucho encontrarme, por mi falta de aroma y por mi sigilo, pero lo estaban logrando. Me conocian. Asi me fui adaptando al entrenamiento diario con ellos.
Pasaron 5 años. Tan rápido como las estaciones. Y yo me transforme por primera vez en hominida. Ragnar, el hombre que me había salvado, era el Jarl de esos vikingos. Y se sorprendió mucho al ver que cambiaba de forma. Y mas de que era una mujer. El grupo de Ragnar había venido de Dinamarca a conquistar Anglia Oriental. Cuando vieron que era un lobo consideraron que era una bendición de Fenris, así que me entrenaron y me cuidaron. Como a la mejor guerrera. Celebre victorias con ellos. Y así pasaron los años.
Cuando cumplí los 15 mi Amo me reclamo para el. Compartí su cama y su compañía durante dos años, hasta los 17.Ya que yo no conocía a otros lobos cerca, decidí quedarme con los vikingos, me llevo a una sala grande en su casa.
-¿Amo Ragnar? ¿Que ocurre? Lo noto algo nervioso...-
No respondió a mi pregunta. Me guió con el. En la habitación había varias personas encapuchadas. No me daban buena espina. Mi Amo tomo mi mano y me llevo al centro de la habitación entre medio de ellos. Y me sonrió. Se acerco a mi y me dio un pequeño beso en los labios antes de separarse.
-Amo...-
Lo mire extrañada y el se alejo. Avance para acercarme pero algo me lo impidió, una especie de barrera. Los hombres susurraban y algo no me dejaba pasar.
-¡AMO!-
El me sonrió con calidez.
-Este no es tu lugar mi Bella Galen...logra tu cometido mas adelante...-
No entendía que decía. ¿Por que no era mi lugar? Viví ahí toda mi vida. Mi lugar era donde el estuviese. Yo le necesitaba como el aire al que respiraba. Antes de que pudiera decir algo mas sentí como los párpados me pesaban, hasta que caí en un sueño profundo.
Lo único que veía a mi alrededor era una masa de colores sin forma. Y sentí una calidez extraña y una voz que me llamaba.
“Despierta Galen...llego tu hora... ¡¡¡¡DESPIERTA GALEN!!!!”
Entonces con ese grito, abrí los ojos.